Museos para los ordenadores viejos


¿Cuándo un objeto pasa de obsoleto a antiguo? ¿Tardan menos en adquirir esta categoría las piezas informáticas, cuyo universo parece moverse diez veces más veloz? Bueno, en nuestro actual mundo pop, veinte años son suficientes para elevar una canción o peinado a míticos. Cualquiera de los viejos ordenadores de esta web tiene hoy un valor interesante en eBay (¡un Osborne 1 por menos de quinientos pavos!), valor que por supuesto ya nada tiene que ver con la utilidad del aparato, sino con su importancia pop para la historia, su aparición en miles de webs que indican que fue el primer ordenador portátil digno de tal nombre. Por cierto, este Commodore Executive 64 también parece adecuado para un hombre moderno como yo.

En Mountain View, California, se encuentra el Museo de la Historia de la Computación, donde acaban de inaugurar una reconstrucción de la máquina de cálculo diferencial de Charles Babbage, una calculadora digital mecánica que Babbage pudo diseñar, pero nunca construir. Se compone de más de ocho mil piezas girando y engranándose, y aunque la original iba a manivela creo que a ésta le han puesto motor.

Uno de mis bloggers preferidos, uberbin, ha colgado en Flickr un set de fotos tomadas en el museo californiano que se antoja delicioso: desde el primer Pong hasta un ENIAC de cuando los ordenadores eran monolitos místicos. Este otro set no trae fotos de los paneles explicativos, pero sí mucho cable y hierro, que es lo que nos gusta.

El primer museo informático, llamado precisamente The Computer Museum, abrió sus puertas en Boston en 1979 de la mano de algunos responsables de Digital. Tras unas cuantas mudanzas, su colección forma hoy parte del Museo de la Ciencia de Boston. La Universidad de Amsterdam cuenta con otro museo de la informática, así como la Universidad de Virginia y muchas otras. Más completa es la web del Museo Virtual de la Computación, una abrumadora colección de links sobre el tema, aunque parece abandonada desde 2004. Otra manera de enfocarlo es la de Bruce Damer, que en 2001 decidió montar su propio museo en un establo del norte de California.