La obsolescencia asumida de las impresoras


El tendero digital ha cambiado recientemente de impresora, un buen comienzo para hablar de obsolescencia:

Y por la cuarta parte que cuesta ponerle los consumibles a una impresora antigua, tenemos una más moderna, más rápida, con más resolución y los consumibles nuevos. Esto es de locos.

De locos, sí. Muchos modelos de negocio -telefonía móvil, cafeteras Nespresso- se basan en proporcionar a bajo coste el hardware principal para ganar dinero con los consumibles. El tema es que Movistar capa sus móviles para que no puedan ser usados con otras operadoras, nadie más que Nestlé fabrica los carísimos dedales de café para la Nespresso… y las impresoras vienen con unas advertencias así de grandes sobre lo malo y cancerígeno que sería ponerles cartuchos de marca blanca (y ojo, que mi madre hace mucho caso de estos carteles).

Resultado: las tarifas de telefonía más elevadas de Europa, cafés en casa más caros que en una cafetería… y la tinta de impresora es el líquido más caro del mundo. Cerrar la tecnología para ganar dinero con el consumo es siempre un modelo ineficiente e imparcial en el que perdemos los consumidores.

La extraordinaria vigencia de este modelo de negocio en España me aterra, el mensaje es disfrútalo hoy, págalo mañana. No es necesario advertir que ese slogan ha sido el de la burbuja inmobiliaria y económica en España estos últimos años: dame el dinero y corre, ya hablaremos de la letra pequeña, vive el ahora, puedes permitírtelo. El marketing obvia el futuro. Está bien, es su trabajo, pero los consumidores deberíamos tener unas miras algo más allá de la belleza de la carcasa de un producto ¿Es que acaso no sabemos para qué coño nos compramos las cosas?

¿Cuántas veces habré oido «me voy a comprar una impresora, que necesito imprimir una cosa»? Pues jamás he escuchado a nadie decir «me voy a comprar un coche, que el jueves me voy a León». Aunque la compra de un automóvil es, en términos brutos, la más pasional que realiza una persona media en su vida, ésta siempre se mirará revistas, acudirá a amigos y conocidos, se interrogará sobre sus necesidades propias (¿diésel o gasolina? ¿ranchera o monovolumen?), realizará un trabajo de campo en el cual el anuncio del coche ya no tiene importancia alguna. Por contra, muy poca gente mira al futuro cuando se compra un aparato electrónico.

Dicho todo esto ¿sufren las impresoras de obsolescencia planificada? Pues mira, yo lo llamaría obsolescencia asumida. HP no planifica la obsolescencia de sus impresoras, la da por hecha. Hoy en día, cuesta tanto una impresora de gama baja como sus propios cartuchos, por lo que en principio comprar una impresora nueva cada vez que se agota la tinta es una decisión racional (en realidad no lo es: los cartuchos que vienen con la impresora traen menos tinta). HP vende su hardware a precio de coste, pero con que alguien recargue un juego de cartuchos de tinta ganan más que con diez impresoras. Yo lo veo un poco como pescar con dinamita: qué más da que mueran doscientos peces, si yo tengo el que necesitaba para mi cena.


2 respuestas a “La obsolescencia asumida de las impresoras”