En familia, instalando Linux.

Desde que abrimos las puertas de la Sala de Grados de la primera planta de la Escuela de Industriales de Ciudad Real, en el Edificio Politécnico, a las cuatro de la tarde de ayer pasaron varias cosas raras. En ese momento no nos dimos cuenta pero tras un breve análisis de contabilidad nos hicimos con la situación.

Allí estaban el director y el documentalista del Centro de Estudios de Castilla- La Mancha, el director, el secretario y el informático de la Escuela Técnica Superior de Industriales, el responsable del Servicio de Prevención de la UCLM, y luego nosotros, los cuatro obsoletos: diez personas, que vamos a meter en el grupo de organizadores. Por otro lado, un fotógrafo freelance, un cámara y una periodista de Televisión Castilla- La Mancha, un cámara y un periodista de CRN; a esto vamos a añadir una periodista y un fotógrafo de la Tribuna de Ciudad Real, que nos han llamado hoy para entrevistarnos. En total, en la categoría medios contamos con siete personas. Un montón de gente, como estamos en La Mancha me siento cómodo diciendo a cascoporro de gente. Luego había, ejem, tres personas apuntadas (bien por Ismael, Carlos y Victoria). De aquí dedujimos la primera cosa rara: la proporción de organizadores con respecto a los alumnos.

Tras la presentación de rigor en esta clase de actos, palabras de unos, palabras de otros, había programada una conferencia de José Ramón Carbajosa de la Fundación Ecolec, encargada de la gestión de los residuos informáticos de toda la UCLM. La conferencia prometía ser interesante: por fin íbamos a hacernos una idea de la cantidad de residuos que genera una institución del porte de una universidad, íbamos a saber debajo de qué alfombra los metían, y todo lo demás. La segunda cosa rara: el tipo no se presentó, como si se tratase de Manu Chao en cualquier festival con algún carácter reivindicativo. Ayer hablamos de vuelta a casa como mencionar que el tipo es un impresentable de manera sutil, siguiendo las artes de lo políticamente correcto. Bueno, no la encontramos.

Aún así, el día de ayer fue muy provechoso. Carlos, Ismael y Victoria desmontaron y volvieron a montar un ordenador cada uno. No podemos decir que hayamos cambiado sus vidas pero ahora saben reconocer las piezas que interaccionan dentro de la polvorienta caja gris de la CPU. Cuando acabamos con esto nos pusimos a instalar Linux; primero probamos unas distros live y luego instalamos en el disco duro, obteniendo resultados desiguales. Pero sí que podemos decir que los tres se llevaron a casa los pasos generales a seguir en cualquier instalación de Linux.