Nunca imaginé que la tecla Insert despertase tantas asociaciones sexuales, aunque así descontextualizada sea más evidente. Qué cosas aprende uno en unos talleres de reutilización con universitarios. Foto: Pablo Rey

El último día de taller en Ciudad Real, en la universidad, aparecieron por la puerta dos chicas preguntando si era allí donde podían hacerse una chapa de teclado, que se la habían visto a Paz la conserje, que cuando subió a empezar a recoger no pudo resistirse a los encantos de la obsolescencia. Paz y su ayudante estuvieron un rato revolviendo el bolsón de teclas y tras elegir una y confeccionar su chapa se fueron cargando con la primera mesa. Las chicas, de la limpieza, aprovecharon su descanso para trastear con la pistola termoplástica y rebuscar la tecla que querían: Le vamos a regalar la de Av Pág a nuestra compañera, que lleva una mala racha y ya le toca pasar página. Hasta el secretario de la Escuela de Industriales, Pedro Nuñez (gracias por todo el apoyo logístico), que se pasó para ver si necesitábamos algo de última hora, estuvo rebuscando las iniciales de sus hijos y haciendo una chapa para cada uno. Tras ver a los chiquillos en el colegio de Chema y a la gente en la universidad confeccionarse su chapa no sabría decir quiénes tenían más cara de niños.

No sé que les diría Pablo a las chicas de la limpieza para arrancarles esas carcajadas… Foto: Pablo Rey

Diremos que a partir del segundo día de taller se apuntaron otras cuatro personas, así que en total fueron siete. Entre los siete sacaron adelante una máquina de bailar, tres cuartos de pompero (ánimo con el otro cuarto, Carlos) y un ordenador metido en una papelera. Y todo esto después de tenerles un día distraídos con Linux, y unas cuantas horas más escuchando el monólogo estilo club de la comedia de paaq sobre obsolesncecia planificada; lo de monólogo no lo digo yo, fueron ellos los que descubrieron la faceta oculta de paaq.