El futuro está aquí, pero le hacemos poco caso


Comparemos la expectativas que se tenían sobre una de estas tecnologías que eran el futuro, el reconocimiento de voz, y la realidad diez años después. La mayoría de los ordenadores que se venden, al llevar Windows Vista, están preparados para ello, y sin embargo nadie parece usarlo.

Del suplemento Su ordenador del diario español El Mundo, edición del 20 de diciembre de 1998:

El ratón está condenado a desaparecer en un futuro. Esta idea la defienden los máximos directivos de Logitech, el mayor fabricante mundial de ratones. Por paradójico que parezca.

Según comenta David Talvy, director general de Logitech en España y Portugal, «en el futuro, el cursor en la pantalla se moverá con los ojos».

De hecho, hoy en día ya se está avanzando en el reconocimiento de los movimientos del usuario, de tal forma que si éste mueve la mano delante de una cámara, el ordenador capta sus gestos. Finalmente, el ordenador será capaz de detectar los movimientos de la pupila y reaccionar en consecuencia.

Hasta que esto ocurra, hay otra tecnología que puede imponerse y desplazar al ratón: la del reconocimiento de voz.

Por ejemplo, el software ViaVoice de IBM, ya permite ejecutar comandos como ‘abrir ventana’, ‘cerrar programa’ o ‘abandonar Windows’.

Del mismo modo, se podrá dar instrucciones del tipo ‘mover cursor hacia arriba y a la derecha’ o ‘hacer doble click’. Parece demasiado lento, pero siempre se puede abreviar: con ‘arriba’, ‘abajo’, ‘a la derecha’. O, en este caso, ‘acabar’.

Diez años más tarde:

Claro, que el sistema de reconocimiento de voz de Windows Vista se presentó de la manera más gafe que recuerdo: en un auditorio lleno de gente, en una pantalla gigante, un pobre hombre al que habrían elegido por su voz alta y clara intentó dictar una carta a su madre. Cuando iba por Dear aunt, let’s set so double the killer delete select all decidió que mejor agarrar el ratón y seleccionar a mano. El vídeo de ese momento es un clásico de internet:


2 respuestas a “El futuro está aquí, pero le hacemos poco caso”

  1. Yo me lo pasaba cañón con un programa de esos de dictarle al ordenador. Le dictábamos cartas de bares («chopitos, morcilla, bravas, alioli»…), y escribía lo que le daba la gana, cosas como «una justicia sin esquinas». Hasta dando golpes en la mesa en la que estaba el micrófono, él escribía cosas. Era mondante.