El dinero público y la tecnología


Una de las cosas más apetecibles cuando nos planteamos esto de Obsoletos era el poder trincar dinero público, placer que disfrutamos como buenos españoles. Otra cosa es que lo hagamos a cambio de nada, ojo; tenemos a Cogollo todo el día con el soldador a cuestas y ya estamos preparando los talleres para el otoño.

Por eso, otra de las cosas, que personalmente me apetecía mucho, era denunciar el actual gasto público en tecnología en España. Algo así como si nosotros hacemos esto con 15.000 euros, ¿en qué coño se gastan los dineros los demás? Así que vamos a ello, con tres ejemplitos que han llegado a la portada de Menéame estos días:

  • La Junta de Andalucía se ha gastado más de 430.000 euros en un puto robot de MSN al que han bautizado Lucía y han soltado por la red a que los internautas le apedreemos dialécticamente. Obvia decir que Lucía nos dirá menos de Andalucía que un perro granaíno, que los bots conversacionales en español no funcionan, la tecnología para que se comuniquen de una manera aceptable no está desarrollada aún, y por algún motivo son un puto agujero negro de dinero público, como sucedió con Robin, el robot de deseducacion sexual, creado a pachas por el Ministerio de Sanidad y Microsoft.
  • En Barcelona acaban de descubrir que el blog del alcalde cuesta 262.000 euros al año en mantenimiento y elaboración de contenidos. Hombre, lo cierto es que el blog está bastante currado, es muy colaborativo y está lleno de vídeos, pero no veo que los contenidos los hayan elaborado los guionistas de los Simpson. Ahí no hay metidos doscientos mil euros ni de coña. Una sola persona con una cámara en la mano podría encargarse de todo.
  • El diseñador de un portal municipal en Sevilla es el primo del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín. Este muchacho regenta una tienda de trajes de novia, obviamente nunca ha trabajado en esto del diseño y se ha llevado más de 6.000 euros por una web creada a partir de una plantilla de Joomla, o sea, el trabajo de una o dos tardes. De los tres casos, éste es el más triste y propio de un país subdesarrollado: el primo se hizo autónomo para poder cobrar el trabajito, ha trincado veinte veces menos que los listos de Barcelona y ha sufrido mucha más publicidad (por cierto, que el ayuntamiento sevillano, que designó al primo a dedo, no quiere hablar de su currículum en nombre de la protección de datos).

Líbreme dios de afirmar que la tecnología nos llevará a un mundo de «todo gratis», o que los trabajos tecnológicos no hayan de ser cobrados. Diseñar y mantener un blog de manera profesional tiene un coste, promocionar Andalucía por internet tiene un coste. Pero no es éste.

Soy bastante pragmático en cuanto a la corrupción, creo sinceramente que es un fallo del sistema, no producto de maldades acumuladas. Si una administración local paga cientos de miles de euros por mantener un puto blog, ¿acaso van a negarse los mantenedores a cobrar en nombre de la ética, cuando un post en un blog comercial se paga a unos céntimos? Pues claro que no. Lo que sucede es que nuestros políticos no tienen ni puta idea de tecnología y claro, se la meten doblada. El problema es que no es su dinero, es de todos. Y el problema es que saber de tecnología no es como saber de toros o de vinos, no es un conocimiento gratuito; el conocimiento tecnológico es conocimiento acerca del mundo en el que vivimos, de las casi infinitas posibilidades que tenemos a nuestro alcance. Un político que no sepa de tecnología es un analfabeto funcional, una persona claramente dispuesta a ser engañada por el primero que pase para darle nuestro dinero. Me consuela que cualquier caso de este tipo tenga bastante asegurado llegar a la portada de Menéame, prueba de que a la gente le interesa y se escandaliza ante el gasto público injustificado. Pero, hemos de reconocerlo, en Menéame somos muy pocos comparado con el conjunto de la sociedad. Podemos hacer presión hasta aquí, no más.

No se vayan, que otro día hablamos de Microsoft y la administración pública, ya verán qué risas.