Hace un tiempo, leíamos en Foro coches eléctricos una noticia sobre los avances del conector SAE J1772 para convertirse en el enchufe estándar de los automóviles eléctricos que, se supone, van a poblar nuestras calles y carreteras en menos años de los que imaginamos. Veamos cómo está el tema:

En Sevilla y en Barcelona se han instalado las primeras electrolineras de España (es la primera vez que escribo esta palabra, a ver si dentro de tres años todavía existe). El Corte Inglés dota de puntos de recarga a sus nuevos centros comerciales. Todavía falta mucho para la ubicuidad de enchufes que se supone que necesitan unos coches de poca autonomía como los eléctricos, pero las grandes empresas parecen decididas en su apuesta. Funcionó con la telefonía móvil, no funcionó con el WAP. Está claro que con un estándar de enchufe, será más fácil que muchas otras compañias sigan el ejemplo.

Echarle una ojeada a las revistas de automoción estos meses es surreal: las multinacionales automovilísticas, tocadísimas por la crisis, presentan cada una un proyecto de vehículo eléctrico, y ninguno tiene que ver con lo que están vendiendo en los concesionarios. El estado de la técnica está tan en pañales que pequeñas empresas semiartesanales pueden colar sus modelos en este mercado. Algunas marcas como Nissan o Chevrolet empezaron un año antes con sus proyectos y se supone que son las avanzadas. Pues bien, el Chevrolet Volt, del que depende poco menos que la salvación de General Motors, se empezará a vender exactamente dentro de un año.

Las empresas automovilísticas nos están prometiendo una cosa y vendiéndonos otra. De toda la vida ha habido concept cars, pero los coches eléctricos son prácticamente otro vehículo. No hacen ruido, no huelen a gasolina; son pesados, lentos y de poca autonomía. Algunos conceptos deportivos como el Dodge EV intentan maquillar la situación. Pero el coche eléctrico se venderá por valores diferentes a los que han regido la industria del automóvil desde que Ford y Durant se peleaban en el Detroit de los años 30. No más estatus, no más lujo, no más prestaciones (cuando hace sesenta años que la capacidad de correr de los coches supera los límites vigentes en las carreteras). Los valores masculinos, casi testiculares, que motivaron la creación de coches como el Hummer, se ven barridos por una filosofía cotidiana y práctica: ahorro (los impuestos sobre emisiones de dióxido y las ayudas económicas a la compra en Europa), practicidad, ecología y diseño. Suponiendo que alguien aprenda a diseñar coches eléctricos, claro, porque ya ves la foto del Nissan Leaf de arriba.