Publicidad, obsolescencia


Gracias a Exapamicron redescubro el párrafo con el que comienza 13’99€, un libro de Frédéric Beigbeder que leí hace años, antes de que existiera Obsoletos. Y considero que viene muy al caso:

Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda. Que os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis. Cielo eternamente azul, tías que nunca son feas, una felicidad perfecta, retocada con Photoshop. Imágenes relamidas, música pegadizas. Cuando, a fuerza de ahorrar, logréis comprar el coche de vuestros sueños, el que lancé en mi última campaña, yo ya habré conseguido que esté pasado de moda. Os llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que os sintáis frustrados. El Glamour es el país al que nunca se consigue llegar. Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es que nunca lo es por mucho tiempo. Siempre hay una nueva novedad para lograr que la anterior envejezca. Hacer que se os caiga la baba, ése es mi sacerdocio. En mi profesión, nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume.


5 respuestas a “Publicidad, obsolescencia”

  1. Y nosotros seguimos consumiendo por consumir como idiotas. Y algunos hasta son capaces de esperar horas/días en la cola de una tienda para poderse comprar la última novedad a precio de oro para que a los dos días ni sea novedad ni valga apenas nada.
    Nos han creado una adicción por tener lo nuevo y una falsa felicidad que nos dura dos días.

    Un saludo.

  2. Gracias por citar el libro! Lo he leído y tiene sustancia. Ah, y se echan de menos más publicaciones… entiendo que no hay tiempo.

  3. La obsolescencia programada es una más de las comeduras de coco a las que la gente se ve sometida. No te dan tiempo ni para que pienses o te plantees mínimamente estas cosas, porque este sistema ya tiene en cuenta que tienes que estar constantemente entretenido en algo, en tu último móvil, en ir a una tienda donde hay unos descuentos, etc, etc…
    Pondré un ejemplo sobre lo que llamo «ofertas reales pero engañosas».
    Vas a un supermercado a comprar varias cosas. En tu lista no tienes previsto comprar cereales, pero ves la típica oferta de 3×2. Cada paquete vale, por ejemplo, 3 euros. Picas, lo compras y te vas a casa pensando «he gastado 6 euros en algo que vale 9, me he ahorrado 3 euros».
    Pero, ¿cuál es la realidad? que tú no tenías pensado gastarte nada en cereales… ¿y cuánto te has gastado? 6 euros. Realidad: has derrochado 6 euros.
    Luego puede que te los comas, pero ya estás consumiendo «lo que te han incitado a consumir» gracias a ese descuento.
    Nos comen el coco mucho más de lo que parece: !!hay que estar muy alerta!!