El tocadiscos que Manu estaba buscando


Si nuestro Manu devolvió recientemente un regalo navideño por obsolescente, creo que le gustará el trasto que ha aparecido recientemente por casa de mis padres.


Está a medio camino entre un aparato mecánico y un pavo real

Se trata de un gramófono de marca Radium, sólida construcción en madera y chapa, y a manivela. El gramófono, inventado en 1888 por el alemán emigrado a EEUU Emile Berliner, fue la segunda generación de reproductores de música tras los fonógrafos de cilindro de Edison, y la primera para millones de personas de todo el mundo durante los siguientes ochenta años. En realidad, un tocadiscos actual puede ser llamado gramófono, porque no existe una línea divisoria entre ambos conceptos, aunque solemos llamar tocadiscos a los reproductores de discos de vinilo, y gramófono a las posibilidades anteriores.

Su diseño es una pequeña maravilla. Es un aparato sin duda diseñado para toda una vida, ideal para Manu. Es a la vez sólido y muy ligero. He hecho un cutresquema de sus diversas partes. La caja contiene un sencillo mecanismo para almacenar la energía aportada desde la manivela. Esa especie de final de barra de cortina es el tope extraíble, un sencillo mecanismo de retención, pues si sueltas la manivela cuando estás cargando la máquina empieza a girar libremente y te puede llevar un dedo. Los mandos de control son dos: para controlar el encendido/apagado, y para la velocidad. Esta última palanca, que en el estado actual del gramófono tiene que estar exactamente donde está para que la música suene correctamente, es un mecanismo antiobsolescencia, pues el muelle que acumula la energía habrá sufrido cambios de todo tipo en su estructura en los sabe dios cuántos años que tiene. También se incluye una cajita para las agujas intercambiables, que parecen herrumbrosas puntas de compás.

El cono (tengo entendido que técnicamente no es un altavoz, a ver si alguien lo aclara) comienza en realidad en la propia aguja, engarzada a un tubo que se puede doblar en dos sitios -para colocar la aguja sobre el disco, y para girar verticalmente todo el conjunto o sus dos partes- y que se va ensanchando hasta la parte final azul.

Y ¿qué tal funciona?

Bien, el único disco a mano es el que venía con el aparato, un estupendo single de Mantovani y su orquesta con más cicatrices que los muslos de José Tomás, y las primeras pruebas fueron más que nada para ajustar la velocidad a la que debería girar el disco. Diría que la palanquita tiene una precisión de medio centímetro fuera de la cual lo que suena no parece música.

No he dicho que, una vez ajustado, siempre parezca música.

Una docena de vueltas a la manivela bastan para escuchar el single entero. Lo que más llamará la atención a esta mi generación de las loudness wars es que en los momentos álgidos del tema musical aquello suena estruendosamente alto, mientras que las partes de clarinete y cosas suaves casi ni se distinguen por encima del ruido uña-rascando-pizarra de la aguja contra el disco. Por supuesto, no hay control de volumen, salvo la posibilidad de meter una toalla en el cono.

La conclusión a la que he llegado es que el volumen es en realidad muy parecido al de los instrumentos grabados en el disco. El gramófono fue para la mayoría de la gente la primera manera de escuchar música que no estaba siendo ejecutada en directo, por lo que tiene lógica que reprodujera a su volumen real tanto las atronadoras cascadas de violines como los finos solos de flauta.

En cuanto a la calidad del sonido… ni la aguja estaba limpia, ni el disco estaba usable, por lo que el sonido final es una combinación del ruido uña-pizarra antes mencionado, voces de fantasmas que parecen provenir de detrás del cono, y atronadores y espontáneos ruidos rítmicos entre alegres y militares. En todo caso, la asombrosa capacidad del cerebro humano para percibir la música me permitió por unos segundos volar a un mundo de gomina y corbatas de pajarita.


5 respuestas a “El tocadiscos que Manu estaba buscando”

  1. recientemente, en nuestro viaje al planeta clavel (queda muy cerquita de guadajalara, no se vayan a pensar…), estuvimos escuchando un precioso disco de «canción española», y SIEMPRE era música. Además de aquél, paco tiene unos cuantos, y verdaderamente, suenan a gloria bendita.

    PAra aficionados a estos discos, no olviden escuchar Melodias pizarras, , en radio 3. http://www.rtve.es/podcast/SMELODI.xml

    El programa de los hermanos pizarro http://blogs.rtve.es/tags/hermanos-pizarro

  2. Ciertamente los requerimientos técnicos coinciden con los criterios de Manu…y qué decir de las flores con su estética